En cualquier viaje, ya sea corto, largo, cercano o lejano, el factor humano, es decir la gente con la que uno se cruza en el camino, acostumbra a moldear para bien o para mal los recuerdos que quedan con el paso de los años. Durante este mes patagónico hemos vivido grandes instantes con argentinos, australianos, canarios, griegos, catalanes, indonesios, americanos, en definitiva gente del mundo que viaja persiguiendo distintos sueños que por momentos se vuelven uno solo: aprender de los demás y compartir.

Claudio, Valentina, Nico, Agustina (argentinos),
Tere y Jorge (canarios)

Con la barriga bien llena y sonrisa de vino:
Dani, Katy (americanos), Tere y Jorge

Ascenso al Bosque Tallado, (El Bolsón), con Tere y Jorge

Acantilado cerca del cerro Piltriquitrón, (El Bolsón), con Jorge

En el Bosque Tallado, (El Bolsón), con Tere y Jorge

con Elisa (catalana) y Ezra (mejicano) delante,
y Alberto (mejicano) atrás

Nico (griego) y William (indonesio)
con Paul (irlandés), JP (australiano) y Nico

Sara, JP y Marta inspeccionando alguna imagen
Hay quien por su mirada, su sonrisa permanente, su forma de contar historias, por su olor o simplemente por la calidez de su voz, invita a acercarse más y crear verdaderos vínculos. Como siempre alguno queda y la mayoría pasan de largo, pero dejando su granito de afecto, de experiencia, de complicidad mochilera.
RDS
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